El Secreto de las Siete Semillas
de: David Fischman

"Ignacio Rodríguez esperaba angustiado su
turno con el cardiólogo...", el protagonista es Ignacio,
un hombre de cuarenta y dos años que había heredado la
empresa de su padre, pero esta, en los últimos años se
había visto afectada por una fuerte competencia en el
mercado. Todo esto llevó a la empresa a un estado de
pérdida económica y a una serie de deudas de las que
parecía imposible salir.
Ese ambiente ocasionó que Ignacio, de carácter impulsivo
y agresivo por naturaleza, enfermara del corazón hasta
el punto de sufrir un pre - infarto. Cosa bastante
normal dado que comía comida basura
y lo hacia rápidamente
para ganar tiempo. No se preocupaba de su cuerpo.
Bebía café, fumaba en exceso y tenia todos los
ingredientes necesarios para sufrir el temido ataque.

No tuvo más remedio que ir al cardiólogo, quién empezó
a indagar sobre su trabajo y se dio cuenta que Ignacio
estaba totalmente estresado, lo cual lo llevaba a un
descuido total de su salud. Afortunadamente, a parte
de las indicaciones propias de un médico, le sugirió que
hiciera incursiones en el mundo de la meditación oriental.
Ignacio, escéptico total, no creía en esas cosas,
le parecía pérdida de tiempo y hasta ridículo; pero el
doctor ya había sembrado en él la semillita de la duda
por si acaso.
Ignacio comentó con Myriam, su esposa, lo que le había
recomendado el medico y ella le dio la dirección de un
maestro hindú que vivía en el distrito limeño de Surquillo.
Ella, que practicaba la meditación, estaba encantada con la
idea de que su marido también empezara en este
maravilloso mundo.
Después de unos días, Ignacio tuvo un altercado en su
oficina, donde, según él, todos eran unos ineficientes,
incapaces, tontos, y demás adjetivos destructivos...
Cuando algo le parecía mal, lo que hacía era explotar
en el acto, ofender a sus empleados, y tratar de ser él
mismo la solución a los problemas. Aquella vez sintió
los síntomas parecidos a un infarto, y se asustó de verdad.
Recordó que el doctor le hizo ver que tenía hijos pequeños
que lo necesitaban, una familia joven que lo quería, así
que decidió visitar al maestro...

La casa del maestro era de apariencia humilde pero atractiva.
Por su limpieza y buen mantenimiento, destacaba en el
vecindario como una isla. Ignacio sentía que estaba haciendo el
ridículo visitando a un maestro espiritual, cuando él no
creía en esas cosas, pero finalmente decidió entrar.
Al otro lado del portón había un jardín muy bien cuidado,
con una gran variedad de flores y árboles frutales.
Entrar a esa casa era como instalarse en otro mundo.
La sensación era de una paz completa, pero Ignacio
seguía incrédulo.
Cuando le tocó el turno a Ignacio, vio a un hombre de unos
setenta años de barba blanca, delgado, vestido de túnica
color salmón. La decoración del cuarto era muy atractiva
y había un fuerte olor a incienso...

Después de preguntarle su nombre, el maestro le preguntó
cuál era el motivo de la visita, a lo que Ignacio respondió
que quería relajarse; pero luego le hizo la pregunta más
importante: ¿Eres feliz?. Ignacio respondió a esa pregunta
haciendo referencia a todos sus logros físicos, dinero,
posición, éxito profesional, casa, auto, etc... Cuando
el maestro le hizo ver que eso no es felicidad, Ignacio
no sabía qué responder. Ya no tenía argumentos para
mentirle al maestro diciéndole que sí era feliz,
cuando en realidad no lo era.
En el momento en que reconoce que no era feliz,
empezó la transformación de Ignacio...
El Maestro decidió enseñarle una manera de reencontrarse
consigo mismo, haciendo uso de SIETE SEMILLAS, las
cuales se las iba a dar paulatinamente. Cada semilla
tenía una enseñanza maravillosa que Ignacio debía poner
en práctica para cambiar su vida.

El maestro le dio la primera semilla y le dijo que
volviera cuando germinara.
Ocurrió que la semilla no germinó nunca.
Pasaron semanas y semanas y nada.
Obviamente pensó que se habían burlado
de él...
fue a casa del maestro y lo atacó.
El maestro empezó a hablar...
LA PRIMERA SEMILLA ERA LA SEMILLA MALTRATADA,
LA QUE NUNCA GERMINA.
La enseñanza consistía en hacer ver a Ignacio
que si fue maltratado física o psicológicamente de niño,
sería difícil que germinara de adulto,
a menos que se diera cuenta y
tratara de reorientar su vida.
Era LA SEMILLA DEL AUTOCONOCIMIENTO...
Efectivamente, Ignacio tuvo una infancia traumática,
con un padre que lo maltrataba a él ya su hermano.
Naturalmente, su carácter actual era reflejo
de aquellas experiencias de niño.

Después de algunas semanas le dio
la segunda semilla,
la semilla de la mimosa púdica,
una plantita muy bonita que tenía una particularidad:
se retraía cuando sentía mucho ruido...
el maestro le dijo que eso debía hacer él...
meterse en su mundo cuando sienta que el mundo lo agobia,
o sea... MEDITAR...
para Ignacio fue toda una novedad
pero aceptó el reto de aprender.
El maestro le enseñó algunas técnicas y las puso en práctica.
Ignacio se percató que la plantita,
luego de retraerse, volvía a su estado natural
más hermosa y más verde...

La tercera semilla era de rosa, la flor hermosa que
cuando uno se le acerca nos pincha.
La enseñanza consistía en el CONTROL DEL EGO.
Le enseñó que el Ego era destructivo, que siempre
trataba de dominarnos,
tratar de pasar por encima de los demás,
querer ser siempre el mejor, dominar, etc...
era importante que Ignacio dejara esa actitud
si quería encontrarse con su espíritu...
siempre se daban circunstancias en su vida rutinaria
que le permitían practicar lo que el maestro le enseñaba...

La cuarta semilla era de un ARBOL DE MANGO...
la enseñanza era la DEL SERVICIO A LOS DEMAS.
El árbol de mango da frutos y sombra, lindo
servicio para quienes lo plantan. Le enseñó que
TODOS TENEMOS UN PROPÓSITO EN LA VIDA,
y que ese propósito estaba siempre relacionado
con el servicio a los demás.
Le sugirió que enseñara, a empresarios como él,
los beneficios de la meditación que había conocido
en carne propia, que dé conferencias;
cosa que para Ignacio fue
todo un reto pero lo hizo...
y se sentía feliz de hacer lo que lo satisfacía...

La quinta semilla era de GIRASOL,
y la enseñanza sí que es bonita.
Esta flor siempre se orienta hacia la luz
y eso es lo que debemos hacer nosotros:
ORIENTAR NUESTRAS DECISIONES HACIA LA LUZ...
HACIA DIOS, HACIA NUESTRO PROPOSITO...
NO DEBEMOS DECIDIR NADA QUE NO TENGA QUE VER
CON NUESTRA MISION, EN OTRAS PALABRAS,
NO HACER COSAS QUE SOLO ALIMENTEN NUESTRO EGO,
Y QUE NOS ALEJEN DE NUESTRA ESPIRITUALIDAD.

La sexta semilla era la de un árbol: de PINO...
(esta enseñanza es divina..).
"Debemos TENER EQUILIBRIO EN NUESTRAS VIDAS,
como el pino...". Este árbol tiene distribuidas sus ramas
de tal manera que ninguna le hace sombra a la otra.
Su disposición le da equilibrio
y le permite crecer muy alto,
y si le miramos desde arriba
veremos que es una masa verde sólida.
Entonces debemos aprender del pino...
todos nosotros somos a la vez:
hijos, esposos, padres, jefes, conferenciantes,
jugadores de algún deporte, amigos,
de todo a la vez.
Si tenemos el suficiente equilibrio en nuestra vida,
ninguna función hará sombra a la otra...
así que no podemos decir:
" no soy un buen padre porque tengo muchas
preocupaciones en el trabajo..."

Luego que Ignacio puso en práctica las seis primeras
semillas, quiso tener en sus manos la
sétima, así que fue a buscar al maestro después
de algunos meses sin verlo, pero se llevó una ingrata
sorpresa... no había nadie en la casa.
Pensó que el maestro había salido y decidió
regresar al día siguiente, pero fue lo mismo...
el maestro ya no estaba.
Preguntó a una vecina y le dijo lo peor: el maestro
había sido atropellado por un conductor borracho unas
semanas atrás y había muerto.
En ese momento el mundo se le vino encima a Ignacio...
lo primero que pensó es que su preparación
espiritual había quedado a medias...
estaba siendo egoísta de nuevo.
Se dio cuenta en ese momento
que todas las veces que visitó al maestro
sólo se dedicó a hablar de él, de sus problemas,
nunca se preocupó de preguntarle al maestro su nombre,
que había sido en su juventud, si tenía familia o no,
NADA!. Cayó en la cuenta que el maestro le estaba
dando una lección después de muerto...
No le quedó más que regresar y contemplar las plantas
de las cinco semillas que lograron germinar...

Pero después de algunas semanas, encontró en su
mesa un sobre amarillo sin remitente y le intrigó.
Cuando lo abrió cayeron varias semillas y
salió un fuerte olor a incienso. Había una extensa
carta de su maestro que le decía:
"Ignacio, presentí que mi muerte estaba cerca,
y decidí preparar este sobre para ti,
porque UN MAESTRO NUNCA ABANDONA A SU DISCÍPULO.
Aquí te doy la sétima semilla que faltaba
y te voy a explicar el significado antes de que la siembres..."
Se trataba de otro árbol, el Hunco...
tenía una particularidad: el extremo de este árbol
SE MOVIA CON MUCHA LIBERTAD,
PERO TENIA UNAS RAICES MUY FUERTES..."
El último mensaje era el de la LIBERTAD,
entendida en dos formas que Ignacio
debía poner en práctica:

1: Flexibilidad al cambio: No dejarse llevar por las
costumbres ni hábitos que la sociedad impone,
sino que uno debe atreverse a cambiar y a innovar...
2: Desapego: la idea de esto es que uno debe
ser independiente.
Independientes de la necesidad del dinero,
de las personas,
de la necesidad de la aceptación de los demás,
de la fama, y de todo lo banal...
DEBEMOS SER LIBRES DE TODO AQUELLO
QUE NO NOS VA A LLEVAR A NINGUN LADO POSITIVO...
Ignacio leyó la carta muchas veces,
se sentía realizado y muy amado
por su maestro que NUNCA LO ABANDONÓ...
y decidió escribir un libro
sobre su experiencia con el maestro...
LO LLAMÓ:
"EL SECRETO DE LAS SIETE SEMILLAS"...

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